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Seguro que muchos de nosotros podemos pasar ante un número dibujado en un papel, en una receta, en un documento, en un post it, ... en cualquier sitio. No siempre tenemos que prestarle atención, son sólo números. Nadie se para a asociar números con cosas. Pero hay algunos números inolvidables.

En clase, cuando estudiábamos historia, era difícil aprenderse tantas fechas. Yo siempre intentaba buscarle algún significado, alguna relación, porque los números, dicen, guardan y codifican mensajes secretos. ¿Será verdad?

Por ejemplo, la decadencia y destrucción del gran Imperio Romano se relaciona con el 476 d.C, número que toda mi clase terminó por aprenderse y no por la insistencia de aquel extraño profesor que se parecía al Tate Montoya, sino porque se nos ocurrió la idea de asociarlo con nuestros teléfonos fijos que comenzaban por el "4-76". Ya ves, en esta ocasión, mi pueblo de acogida, San Juan de Aznalfarache, y la labor de telefónica, se habían convertido en una buena idea para recordar aquel evento que nos lo pintaban como un gran cambio en la Historia Universal. No sé si, en realidad, sería para tanto, pues nadie en la clase estaba para pensar que en 475 d.C estaba todo genial y en 477 d.C estaba todo acabado... Nadie se podría creer que de un año para otro cambiasen las cosas. Más que nada, porque en nuestras vidas todo parecía estar siempre igual. De hecho, en aquella época estábamos pensando en qué serie íbamos a ver, a quién le gustaba quien, si fulanito se había peleado con menganito,... Pero nadie llegaba a comprender lo que nos querría decir aquel hombre ["que no fue de un día para otro, sino un proceso gradual"...], más que nada porque tampoco nos importaba demasiado y menos la chapa esa de la "gradualidad". Nos aprendimos el número mágico y se acabó. Más "palante" hay más.

En fin, que los números, números son. En otra de la clases de historia se repetía mucho el ya famoso 1492. Es un número al que le ponemos la figura de nuestro insigne Cristóbal Colón. De seguro que si vemos algo con 1492, automáticamente lo asociamos a ello. De hecho, cuando en clase de literatura nos daban fechas y fechas de ediciones de libros, nadie se las aprendía a no ser que hubiera algo con qué asociarlo. Tardé varios años en acordarme de la edición de La Celestina de 1501. Tanto es así que, hasta no saber que era la fecha para datar un fenómeno tan importante en la evolución de nuestra lengua como la aspiración de la /F-/ inicial latina, no hubo manera de acordarme. Lo mismo me empezó a pasar con el significante de 1250 al que ya le coloco el significado de Alfonso X y la Escuela de Traductores de Toledo y a muchas otras más, que para no extenderme, no enumero. ¡Ah! Por cierto, hablando de 1492. Costó trabajo que lo asociara, pero de tanto insistir en algunas clases de la carrera, ya no era "1492 = Colón", sino que la equivalencia se extendía a "Gramática de Nebrija, Expulsión de los judíos". Para que veas qué razón tenía Saussure con la arbitrariedad del signo lingüístico... ¿Hay algo más arbitrario que esto?

Bien, espero haberte ido convenciendo del valor persuasivo de los números. Ahí va otra. Hace unos tres años conocí a un chico del pueblo vecino que, por mediación de mis amigas filólogas, accedió a que le bombardeara con preguntas de su pueblo. Con el tiempo, fuimos viéndonos más a menudo y hoy se ha convertido en una persona muy especial para mí. Empezamos a salir juntos y justo cuando un día me recogió o yo lo dejé cerca de su coche (la verdad que no lo sé) el número de su matrícula me dejó bastante impresionada:

SE-1140

En aquel momento, el significante de aquella combinación numérica se asoció a un significado muy concreto. Supongo que ya lo sabrás. Aquel día no hice referencia alguna a ello. Ya sabes, los filólogos, a veces, solemos pecar de pedantes y no quería dar mala impresión.

Pasó el tiempo hasta que ya no pude resitirme más y se lo dije. "¿No te dice nada tu matrícula?" "¡El número de tu matrícula!". Claro, para uno del gremio, creo, saltaría espontáneamente con la respuesta correcta, como si de un concurso de la tele se tratase. Pero no, me miraba extrañado como diciendo "¿tengo que saberlo?" Le fui dando pistas, pero no hubo maneras. Finalmente le di la respuesta correcta e hice la prueba con mis amigas. Tan sólo Laurita dio con la tecla, entonces me planteé que lo mío era ya grave...

En fin, la cosa fue a más. Las alusiones de ese coche, de esa matrícula, se acentuaron más cuando el día 22 de junio, en la sala de la oposición, salió el número 42... En esos momentos, me di cuenta de que su matrícula y su examen tenían el mismo significado...

Ya se lo toma como un juego o como una de mis fricadas. Ya empieza a saber que mi deformación profesional va a límites insospechados. Pero, aún así, él va aprendiendo de mis paranoias y luego va diciéndole a sus amigos que su matrícula es un buen número. De hecho, puede que haya jugado a las adivinanzas con sus colegas. ¿Lo habrán adivinado?

Yo creo que si ellos no, tú sí lo habrás hecho. Tan sólo una pista más. A veces le digo que nos forraríamos si las letras de la matrícula fueran acorde con las iniciales de aquello que evoca. ¿Lo sabes ya? Bueno, para aquellos despistados, la matrícula perfecta sería:

SE-1140-PMC