lunes, 8 de septiembre de 2008

Gelves






El río corre intranquilo
mientras el sol sigue adelante,
pensando que aún queda tiempo
para recrearse en su semblante.

El río araña la tierra
en ese fluir itinerante.
Ya sabe que la ha perdido
por eso llora; es denigrante.

El río solloza agriamente
buscando aquella luz parpadeante,
pero mi villa se escapa sin tregua
en esa lucha incesante.

El río se humilla y se vuelve
ante esta lección constante.
Por eso abraza a mi tierra
y la fecunda con arte.

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