martes, 26 de agosto de 2008

Oda a un vientre ligero


Donde espumoso el mar chipionero
el torpedo nubla de arena la calita
(de las fraguas de un normal Vulcanero,
o tumba de los huesos de un Tifeíta).
Erupción imponente de ese infame pandero
trueno robusto escuché al levantar su patita
trueno que retumbó en mi pobre orejita
trazando un nuevo y estrepitoso agujero.


De este, pues, esfuerzo sobrehumano
aquel hombre quedó compungido.
Mas yo, tragadora del misil soberano,
levité ante el estrepitoso ruido.
¡Dios le cierre la compuerta a ese marrano
y nos exima de comernos esos zumbidos,
que a nosotros nos dejó esmorecidos
cuando nos tragamos aquel pedo insano!




Gracias a Góngora encontré la excusa perfecta para rememorar la estrepitosa ventosidad de un veraneante, cuya sombrilla estaba clavada a escasos dos metros de la mía. La fuente la encuentran en las estrofas IV a VI de la Fábula de Polifemo y Galatea

3 comentarios:

La Dama Zahorí dijo...

Me quito el sombrero ante tamaña exhibición de soberanísimo y culterano quehacer poético. Si el dueño de tan escandaloso vientre supiera que ha sido el desencadenante de tu inspiración...
JAJAJAJA

Olé Rocío, te superas.

La Lectora dijo...

jeje, toy por llevármelo a la playa y dárselo. un beso laurita.

LA PROFE NOVATA dijo...

Jajajajajaja, ole el arte y el salero!! Eso es talento literario y no otra cosa!!! Y el tio sin comentarios, se puede ser más asqueroso y más marrano!!!